Historias Indígenas de Mesoamerica

lunes, agosto 23, 2010

Musica de banda para la virgen.

Con instrumentos musicales europeos quisieron en la colonia terminar con la musica indigena y fue mucho lo que se perdió.

Al final, la musica europea fue asimilada, pero en lugares como san antonio abad y muchos otros con raíces indígenas, es el pito y tambor indigena quienes presiden siempre las ceremonias.

martes, agosto 10, 2010

Indígenas, borrachos o listos?

En mesoamerica, existe mucha información confirmada por los historiadores españoles de los terribles castigos a las borracheras, sin embargo otros autores denuncian una tendencia al vicio, describiendo costumbres "diabólicas".


Como por ejemplo cuando una mujer moja su pezón de chicha para dárselo a su hijo, o las borracheras de los ancianos.

Quizá esto aclare parte de estas y otras costumbres:

“La búsqueda de agua potable se remonta a los orígenes de la civilización. Tan pronto como se formaron los primeros asentamientos humanos, enfermedades de transmisión hídrica como la disentería se convirtieron en un importante obstáculo para la población. Durante gran parte de la historia de la humanidad, la solución a este problema crónico de salud pública no consistió en potabilizar el agua. La solución fue beber alcohol.

En una comunidad que carecía de provisiones de agua pura, lo mas parecido a un fluido “puro” era el alcohol. Cualesquiera que fuera los riesgos que planteara para la salud la cerveza (y más tarde el vino) en los primeros días de asentamientos agrícolas, las propiedades antibacterianas del alcohol servían para contrarrestarlos. Era mejor morir de cirrosis del hígado a los cuarenta años que de disentería a los veinte.



martes, agosto 03, 2010

Fotograma de un historiante

Testimonio del profesor Celio López desde su taller en San Antonio Abad.


Ver el video aquí

lunes, agosto 02, 2010

San Antonio Abad. Memoria histórica y persistencia cultural.

Los estudios sobre la sociedad y la cultura salvadoreña han sido escasos. Y podría afirmarse, sin ningún género de duda, que siguen siendo insuficientes. Aparte de algunas investigaciones realizadas por arqueólogos, etnólogos y lingüistas, generalmente europeos, en el siglo XIX y unos cuantos estudios histórico-económicos del recién pasado siglo, la producción bibliográfica sobre el tema ha aumentado muy poco. Y este panorama es todavía más notorio, cuando se trata de la investigación hecha por los propios antropólogos salvadoreños sobre su país.

San Antonio Abad. Memoria histórica y persistencia cultural, viene a llenar, por lo pronto, un vacío en la bibliografía antropológica sobre El Salvador. Se trata de un estudio bastante amplio y detenido sobre una comunidad rural, primero; rural-urbana, posteriormente, y un testimonio viviente de la suerte que corren núcleos de población de fundación antigua, tradición conservada a contracorriente, e identidad afectada por diferentes factores pero jamás suplantada o destruida, al quedar cercados por la incontenible y anárquica mancha urbana. Por la fuerza de la expansión, no sólo de las grandes ciudades, sino de ciudades medias como San Salvador.

¿Cómo calificar y, sobre todo, ubicar este estudio dentro del amplio campo de las ciencias antropológicas? La investigadora recurre al empleo de métodos y técnicas propios de la antropología, que le permiten estudiar y analizar los fenómenos históricos, económicos, sociales, culturales y políticos que han rodeado y circunscriben a San Antonio Abad.

Partiendo de un sobrio estudio de carácter etnohistórico, relacionado con el desplazamiento y reacomodo de los habitantes, a principios del siglo XIX, penetra diferentes estadios socioeconómicos relacionados con la tenencia y explotación de la tierra; limitada ésta especialmente las parcelas productivas de las faldas del volcán de San Salvador; las relaciones de producción empleadas que, aunque la investigadora no lo menciona, podríamos considerarlas dentro de un modo de producción mercantil simple. La estructura, a ratos tradicional y a ratos modernizante de la sociedad comunitaria; sobre la que descansa una cultura que hunde sus raíces más allá de su pasado colonial. Pero la investigación no se circunscribe únicamente a señalados aspectos insertos en un amplio panorama etnográfico. Se recurre posteriormente a categorías e instrumentos propios de la antropología urbana, para profundizar todavía más en los avatares de los antiguos habitantes de San Antonio Abad, frente al desmedido impacto que les ocasiona la expansión urbana de la capital salvadoreña, a partir de 1950 hasta la fecha. Expansión cuyos efectos obedecen al proceso de modernización que se da en la citada década, dirigido, no sólo a apuntalar una conservadora economía de monocultivo agro-exportadora, aprovechando el favorable mercado exterior en ese momento; sino a buscar soluciones al permanente déficit de vivienda en la capital.

Dentro del proceso de cambio sufrido por los descendientes de los antiguos pobladores de San Antonio Abad, es importante destacar en el estudio que nos ocupa, las señas de una identidad que permanece y que se niega a morir; no obstante los embates externos provocados, no sólo por el desarrollo urbano de San Salvador, sino también, y no en menor medida, por la obligada convivencia con núcleos de población (los llegados, los desplazados, los –en cierto sentido- inmigrados, en una palabra, “los otros”) con quienes ahora hay que compartir obligatoriamente un territorio. Territorio que les fue fragmentado para fincar viviendas de otro tipo, destinadas a los nuevos ocupantes. Identidad que, según el estudio, se sigue manteniendo y manifestando dentro de los marcos de una religiosidad popular. Conforme a una sostenida presencia de la tradición protectora del inconfundible ser del poblador original de San Antonio Abad. Quien, a su vez, la convierte en tradición protegida. Identidad puesta a prueba por las violentas sacudidas del conflicto político salvadoreño, que desembocó en una guerra civil. Cuyo desarrollo y consecuencias; contradicciones y correspondencias a determinado nivel de abstracción en una relación dialéctica, integran la memoria histórica, no sólo de los habitantes de San Antonio Abad , sino de los salvadoreños en general.

Datos historicos de San Antonio Abad.

En 1740, según el alcalde mayor de San Salvador, don Manuel de Gálvez Corral, San Antonio Cuzcatancingo(*) tenía 125 indios tributarios o jefes de familia, o sea unos 625 habitantes poco más o menos. En 1770, según el arzobispo don Pedro Cortés y Larraz, tenía 134 familias con 600 personas y era pueblo anejo de la parroquia de San Salvador.


Ingresó en 1786 en el partido de San Salvador. “Pueblo de solo indios bastante regular, con 1,173 almas”, dice de él en 1807 el corregidor intendente don Antonio Gutiérrez y Ulloa. “Terreno muy fértil en maíz, trigo, garbanzo, frijol y todo género de semillas. Se cría algún ganado; fuera de camino real y subyugado a temblores”.

“Respecto al orden de la población –agrega- comprende sesenta casas de teja; con caidizo de la misma diez y pajizas noventa; una iglesia reconstruida a la vez, por habérsele hecho un reparo radical, quedando en un estado magnífico a costa del vecindario; un cabildo pequeño de teja, de diez y seis varas de ancho y veintiuna de longitud, una casa convento con caidizo de teja, de ocho varas de longitud y cinco de latitud; hay un párroco que concurre a celebrar las funciones de la Patrona Nuestra Señora de Concepción y (del Patrón) San Antonio Abad; escuela de niñas hay una privada, bajo la dirección de la Señora Andrea Aparicio, persona recomendable avecindada en el lugar, la sirve gratis y se les enseña lectura, escritura, moral, doctrina de Ripalda, a hacer flores, coser, bordar al realce y al pasado. Sus vecinos se ocupan regularmente en la agricultura, y algunos en labrar maderas, hacer leña y carbón que consumen en la Capital; visten los hombres calzón y camisa y también entre ellos hay unos que son calzados y usan la chaqueta, el saco, cotón y frac; o dejan de ser inclinados al licor fuerte, pero moderado; las mujeres visten enaguas redondas, bien adornadas, de colores matizados y rebozo; son raras las que visten género del país”

(*) Este dato confirma la migración de la población de Cuzcatlan después de la conquista. Siendo usado el Cuzcatancingo (cuzcatlancito) de forma común.

Yayantike, territorio Lenca.

El Palacio real de los Señores de Cihuatan.

Recreación gráfica del palacio de gobierno de la ciudad indígena de Cihuatan en Aguilares departamento de San Salvador en El Salvador.