Historias Indígenas de Mesoamerica

miércoles, octubre 26, 2016

Inteligencia de los pueblos indigenas: Instrucciones de una padre a su hijo.

"Hijo mio -le decía su padre- nacido del vientre de tu madre como el polluelo fuiste, y creciendo como él te fuiste  preparando para ir por el mundo; no sabemos por cuanto tiempo nos concederá el cielo gozar de la preciosa joya que en ti poseemos, pero sea cuanto fuere, tu procura vivir con sumo cuidado, pidiendo a dios que constantemente te proteja. El te creo y te posee, el es tu padre que te ama mas que yo, pon en él tu pensamiento y suspira a él día y noche.



Reverencia y saluda a tus mayores y a nadie desprecies. Con los pobres y afligidos no seas mudo, sino consuelalos con buenas palabras. Honra a todos, especialmente a tus padres a quien debes obediencia, respeto y servicio. El hijo que en esto fallara una y otra vez, no sera bien logrado.

No te burles, hijo mio, de los viejos ni de los minusvalidos ni el que deslizo en alguna culpa o error; no lo afrentes ni quieras mal, sino humíllate y teme, no te suceda lo mismo si otro se ofende por ti. No vayas donde no seas llamado ni te entrometas en lo que no te toca, porque te tendrían por intruso. En tus acciones y palabras procura siempre mostar tu buena crianza. Al hablar no impongas a otros ni hables demasiado, no cortes ni perturbes las razones que otros dijeren. Si alguno habla desconcertadamente y no te toca a ti corregirlo, calla; si esta a tu cargo el advertirle, considera antes lo que le vas a decir y no le hables con muestras de presunción, porque así apreciara lo que le dijeres.







No te detengas mas de lo necesario en el baño y en el mercado porque son lugares muy ocasionados a algún exceso, No andes siempre demasiado pulido porque los descuidados te tendrán por disoluto. Al andar no hagas gestos ni lleves a otro trabado del brazo.

Guarda recato en los ojos y mira por donde vas, cuando alguno viniere por donde tu vas, no te pongas delante sino hazte a un lado para que pase. Cuando te encargaren algún empleo hazlo bien y no busques reconocimiento aunque lo hagas mejor que otros, así te buscaran por tu fuerza y seras estimado.



No pases delante de tus mayores sino por necesidad o a instancias suyas y cuando comieres con ellos no comas ni bebas antes que ellos y sirveles en cuanto convenga para granjearte su gracia. Cuando te den algo no lo desprecies por ser de poco valor ni muestres enojo.

No llegues a mujer ajena ni hagas algún exceso en esta materia siguiendo los deseos de tu corazón porque te harás mucho daño. Contente, hijo mío, por algún tiempo, que aun eres niño, espera a que acabe de crecer la mujer que dios tiene te tiene destinada. Cuando llegue el tiempo de casarte, no oses emprenderlo sin el beneplácito de tus padres, porque te ira mal.





No robes jamás ni te des al juego porque incurrirás en deshonra y afrentas a tus padres debiéndoles honrar por la educación que te han dado. Susténtate del trabajo de tus manos, que así te será más gustoso el alimento.

Yo, hijo mío, Yo te he mantenido hasta ahora con el sudor de mi frente, nada te ha faltado y te he suministrado lo necesario sin quitárselo a otros, hazlo así tú. No mientas porque la mentira es un gran pecado, Cuando te convenga referir a alguno lo que otro te contó, no añadas cosa alguna, sino di la pura verdad. De nadie murmures y no seas revoltoso ni siembres discordias entre amigos.

 
Cuando fueres enviado con algún mensaje, si el que lo recibe se indigna y dice mal del que lo envió, no vuelvas enojado con la respuesta ni la des a entender; y si el que te envió te pregunta cómo te fue, dale razón con sosiego y buenas palabras, callando el mal que oíste, porque no ocasiones enemistades y otros daños de que después te arrepientas.

Cuando hablares con otros y oyeres lo que te dice, sea con asiento y reposo, no haciendo movimientos extraños con el cuerpo ni jugando con los pies ni mordiendo la ropa ni escupiendo ni mirando con inquietud a varias partes ni levantándote con frecuencia si estuvieres sentado porque esas prácticas indican liviandad y mala crianza.

No te vanaglories si te vuelves rico ni menosprecies a los pobres. Recibe con agradecimiento lo que te dieren y no te vuelvas soberbio por ello si  fuere mucho.

Cuando estés comiendo no des muestras de enojo ni desdeñes la comida, y si alguno se te acerca y te pide, comparte con él lo que comes. Si comes con otro no lo veas a la cara sino ten bajo los ojos. No comas arrebatadamente porque te ahogaras o te caerá mal la comida. Si vivirás en compañía de otro, cuida mucha de lo que te encomendare y sírvele con diligencia para conciliarte su amor.

Si tú fueres bueno, tu buen ejemplo servirá de reprensión y confusión a los malos.
 

Ya no más hijo mío –concluía el padre- con lo que he dicho cumplo con la obligación de padre; con estos avisos fortifico tu corazón; mira no los deseches ni los olvides, porque de ellos depende tu vida y todo tu bien.”

Estas eran las máximas que inculcaban frecuentemente a sus hijos. Los labradores y los mercaderes daban a los suyos particulares avisos relativos a su profesión.


Fuente: Historia antigua de México, Francisco Javier Clavijero (1731-1787), edición 1945.