Un 26 de julio del año cristiano de 1.323 se funda la ciudad de Tenochtitlan, capital de los tenochcas (mal llamados “aztecas”). Tlakaélel nos había enseñado que si así se hubieran llamado, tendrían que haber provenido de un “Aztekacalco” que no existió. Y no de “Aztlán”, mítico también, de donde, en todo caso, habrían salido “aztlanecas”. En su honor, cada 26 de julio comienza una nueva Danza del Sol, y un 26 de Julio pero de 1875 había nacido Carl Jung, cientifico suizo.
¿Dónde está Jung?
Aún para quien haya incursionado en cierta hondura de la sabiduría tolteca (la Toltekayotl), hallar pistas del pensamiento junguiano puede ser arduo. De modo que aquí esta resumido en forma de glosario lo que se ha encontrado dentro del idioma nahuatl. Palabras (conceptos, en puridad) absolutamente asimilables con el pensamiento junguiano.
MACUILCAN: Se traduce como “la esencia de lo que soy”. Es el conjunto de características psíquicas únicas y personales. Es, entonces, el Inconsciente Personal o Inconsciente Individual.
IXCAN TOTONATZIN: Se traduce como “lo que de todos está en mí”. A todas luces, se corresponde con la idea del Inconsciente Colectivo.
TLOKE NAHUAKE: “Lo que está cerca y lejos”. Refleja tanto la relatividad del tiempo y el espacio, como el concepto que la distancia en este mundo puede no ser la distancia en otros planos. Encierra, en sí, la multidiversidad de la Relatividad espaciotemporal y el concepto de la Sincronicidad.
MOYOCOYANI: “Lo que ha sido, lo que es, lo que será”. Trascendiendo un limitado concepto junguiano –limitado por el título de este trabajo, no por su condición intrínseca- pero sabedores de la pasiòn de Jung por estudiar la Kabballah judaica y su riqueza filosófica…. ¿cómo negar en este término la contudencia omnipresente de aquél YHWH, aquél Yavé que dice de sí mismo “Yo soy el Que Soy”?. Si al parecer del gran suizo la Kabballah codificaba conocimientos arquetípicos del Inconsciente Colectivo, el concepto de Moyokoyani ratifica esa percepción.
DIOSES: Ah, dioses!. Desde la escuela primaria, se nos ha alimentado con la creencia “científicamente aceptada” de que los ancestros tenían múltiples dioses. Para cada día de la semana, para cada mes del año, para cada necesidad, para cada enfermedad, para cada miedo, para cada sueño, para cada fenómeno natural…. Saltando de un lado al otro del Universo como chapulines cocainómanos respondiendo a los pedidos o sacrificios de los humanos…. Bueno, ya sabrán que son los chapulines, esos saltamontes que en el Yucatán prehispánico suplía la carencia proteínica de la falta de ganado en pie –porque difícil tenerlos en la selva- por el valor altamente nutritivo de estos insectos. Hoy, son una golosina extendida por toda Centromáerica: asados, sazonados con chile, con ajo, con especias, dulces o salados, rociados con limón, se venden en pulñados que se comen golosamente. No saben mal, por cierto, pero en lo personal prefiero los “jumiles”, esos pequeños y salados escarabajos que se comen vivos, deslizándolos en el gañote y sintiendo como corren sobre la lengua, entre los dientes, sobre el paladar… Aunque, puesto a elegir, nada más rico que aquellos añorados gusanos del maguey, alimentados a pura sal durante unos días, tostados sobre el comal…
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