Llegada la edad en que nuestras hijas de convierten en mujeres, existen consejos que los padres guardan para ese día. Aquí les comparto una muestra de amor e inteligencia:
"Hija mía -le decía- yo te parí con dolor, te crié con mis pechos, he procurado educarte con el mayor cuidado, y tu padre te ha pulido como una esmeralda para que parezcas a los hombres como una joya engastada de virtudes. La vida es trabajosa y es necesario vivir intensamente para recibir bendiciones, por tanto no seas perezosa y descuidada sino muy cuidadosa en todo.
Se limpia y ten bien arreglada tu casa, atiende a tu marido y a la familia, por donde quiera que vayas ve con mucho recato y mesura, no apresurando el paso ni mirando de lado sino siempre al frente, ni fijando la mirada en los que vienen hacia ti, especialmente si vas acompañada; de esta manera alcanzaras mucha estima y buen nombre. A los que te saludaren o preguntaren algo, responde cortésmente, porque si callas te tendrán por necia.
Se muy diligente en tu trabajo, porque así seras amada y alcanzaras lo necesario para vestir y comer.
Si fueres llamada por tus padres, no esperes a que te llamen dos veces, sino acude luego a saber los que mandan para no darles pesar con tu tardanza; oye bien lo que te mandan y no lo olvides sino ejecútalo diligentemente. No des malas respuestas ni muestres repugnancia; si no puedes hacer lo que se te ordena, pide excusas con humildad, Si otra fuere llamada y no acudiere presto, acude tu, oye lo que se manda y hazlo bien, que así te harás estimar.
Nunca prometas hacer lo que no puedes; a nadie burles o engañes. Vive en paz con todos y a todos ama honestamente para que de todos seas amada. De los bienes que tuvieres no seas avarienta. No interpretes a mal lo que vieres dar a otros, ni lo envidies. A nadie des motivo de enojo porque si lo das a otro, tu también lo recibirás.
No tengas trato poco honesto con los hombres ni sigas los deseos malos de tu corazón porque nos afrentas y ensuciaras tu alma como el agua con lodo. No te acompañes con malas mujeres, las callejeras, las mentirosas y las perezosas, porque ciertamente te pervertirán con su ejemplo. Atiende a las cosas domesticas y no salgas vanamente de tu casa ni andes vagando por las calles, el mercado o los caminos porque en esos lugares encontraras el daño y la perdición. Mira que el vicio mata como la hierba venenosa y que una ves admitido es muy difícil dejarlo.
Si yendo por la calle te encuentras con un joven atrevido y se riere contigo, no le correspondas, sino disimula y pasa delante. Si te dijere alguna cosa no le contestes ni atiendas a sus palabras y si te siguiere no vuelva a verle, porque no le enciendas la pasión; si así lo hicieres el se cansara y te dejara en paz. No entres sin justa causa en casa alguna porque no te levanten alguna calumnia y lo padezca tu honor; pero si entras en casa de tus parientes salúdalos con respeto y no te estés mano sobre mano, sino ayúdales en lo que se ofreciere.
Sigue, hija mía los consejos que te doy, soy ya grande y tengo bastante experiencia del mundo, soy madre tuya y como tal te he criado y deseo que vivas bien. Fija estos avisos en tus entrañas, que así vivirás alegre y satisfecha. Si por no abrazarlos llovieren sobre ti desgracias, tuya sera la culpa y tuyo el daño. Sin mas, hija mía, que dios te bendiga."
Fuente: Historia antigua de México, Francisco Javier Clavijero (1731-1787), edición 1945.