La digitalización sera acorde al contenido del libro, tal y como lo narraban nuestros abuelos.
Hasta aqui se conserva el capitulo 11 de la parte 4, a continuación anexo el fragmento restante donde se observan los cambios de redacción en una versión reciente pero aproximada a lo que se relata en el libro:
"¡Oh tú, hermosura del día! ¡Tú, Huracán; tú, Corazón del Cielo y de la Tierra! ¡Tú, dador de la riqueza, y dador de las hijas y de los hijos! Vuelve hacia acá tu gloria y tu riqueza; concédeles la vida y el desarrollo a mis hijos y vasallos; que se multipliquen y crezcan los que han de alimentarte y mantenerte; los que te invocan en los caminos, en los campos, a la orilla de los ríos, en los barrancos, bajo los árboles, bajo los bejucos.
"Dales sus hijas y sus hijos. Que no encuentren desgracia ni infortunio, que no se introduzca el engañador ni detrás ni delante de ellos. Que no caigan, que no sean heridos, que no forniquen, ni sean condenados por la justicia. Que no se caigan en la bajada ni en la subida del camino. Que no encuentren obstáculos ni detrás ni delante de ellos, ni cosa que los golpee. Concédeles buenos caminos, hermosos caminos planos. Que no tengan infortunio, ni desgracia, por tu culpa, por tu hechicería.
"Que sea buena la existencia de los que te dan el sustento y el alimento en tu boca, en tu presencia, a ti, Corazón del Cielo, Corazón de la Tierra, Envoltorio de la Majestad. Y tú, Tohil; tú, Avilix; tú, Hacavitz, bóveda de cielo, superficie de la tierra, los cuatro rincones, los cuatro puntos cardinales. ¡Que sólo haya paz y tranquilidad ante tu boca, en tu presencia, oh Dios!"
Así [hablaban] los Señores, mientras en el interior ayunaban los nueve hombres, los trece hombres y los diecisiete hombres. Ayunaban durante el día y gemían sus corazones por sus hijos y vasallos y por todas sus mujeres y sus hijos cuando hacían su ofrenda cada uno de los Señores.
Éste era el precio de la vida feliz, el precio del poder, o sea el mando del Ahpop, el Ahpop Camhá, el Galel y el Ahtzic-Vinac. De dos en dos entraban [al gobierno] y se sucedían unos a otros para llevar la carga del pueblo y de toda la nación quiché.
Uno solo fue el origen de su tradición y el origen de la costumbre de mantener y alimentar, y uno también el origen de la tradición y de las costumbres semejantes de los de Tamub e Ilocab y los rabinaleros y cakchiqueles, los de Tziquinahá, de Tuhalahá y Uchabahá. Y eran un solo tronco [una sola familia], cuando escuchaban allí en el Quiché lo que todos ellos hacían.
Pero no fue sólo así como reinaron. No derrochaban los dones de los que los alimentaban y sostenían, sino que se los comían y bebían. Tampoco los compraban: habían ganado y arrebatado su imperio, su poder y su señorío.
Y no fue así no más como conquistaron los campos y ciudades; los pueblos pequeños y los pueblos grandes pagaron cuantiosos rescates; trajeron piedras preciosas y metales, trajeron miel de abejas, pulseras, pulseras de esmeraldas y otras piedras y trajeron guirnaldas hechas de plumas azules, el tributo de todos los pueblos. Llegaron a presencia de los reyes portentosos Gucumatz y Cotuhá, y ante Quicab y Cavizimah, el Ahpop, el Ahpop Camhá, el Galel y el Ahtzic Vinac.
No fue poco lo que hicieron, ni fueron pocos los pueblos que conquistaron. Muchas ramas de los pueblos vinieron a pagar tributo al Quiché; llenos de dolor llegaron a entregarlo. Sin embargo, su poder no creció rápidamente. Gucumatz fue quien dio principio al engrandecimiento del reino. Así fue el principio de su engrandecimiento y del engrandecimiento del Quiché.
Y ahora enumeraremos las generaciones de los Señores y sus nombres, de nuevo nombraremos a todos los Señores.
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