"quizá estas culturas conocieron el magnetismo antes incluso que los propios griegos y Tales de Mileto, a quien se atribuye la primera mención en el siglo VI a.C."
En la cordillera de Apaneca en el departamento de Ahuachapan al sur-oeste de El Salvador, se conservan monumentales figuras antropomórficas de forma redondeada. Se encuentran a 1,400 metros sobre el nivel del mar, en un sitio arqueológico de aproximadamente cinco hectáreas, que incluye también montículos y una terraza artificial. Las figuras se conocen como “Gordinflones” o “Potbelly”, el mas pequeño pesa 14,000 libras y el mas pesado 21,000 libras.
La cultura de la gente de Monte Alto, que vivió en la costa del Pacífico de la actual Guatemala entre el 500 y el 100 a.C, sembró la costa desde Chiapas hasta El Salvador con estas misteriosas esculturas que los locales conocen como “barrigones”. Aunque se desconoce cuál era la función de estas grandes moles de piedra, que a veces representan a una especie de divinidad redonda y otras solo una gran cabeza, un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard acaba de descubrir que escondían un interesante secreto. Fueron construidas con rocas magnetizadas.
“La antigua gente de Monte Alto quizá estaba buscando estos salientes magnéticos que tuvieran esas propiedades magnéticas”, asegura Elizabeth Paris, coautora del artículo. Según los autores, estas esculturas no parecen ser retratos de nadie en concreto, sino que pueden representar a entidades más genéricas, como los muertos o los antepasados a los que quizá trataba de honrar con estos grandes bloques de piedra. Es posible también que eligieran las zonas más imantadas para los puntos claves de la figura con la intención de sorprender a quienes se acercaran, quienes provistos de fragmentos de magnetita o hematites podrían tener la sensación de que la roca contenía una fuerza sobrenatural.
Lo interesante, en cualquier caso es que el descubrimiento de varas de hemática con una antigüedad de hasta 3400 años hace pensar a los autores que quizá estas culturas conocieron el magnetismo antes incluso que los propios griegos y Tales de Mileto, a quien se atribuye la primera mención en el siglo VI a.C.
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