Reverencia y saluda a tus mayores y a nadie desprecies. Con los pobres y afligidos no seas mudo, sino consuelalos con buenas palabras. Honra a todos, especialmente a tus padres a quien debes obediencia, respeto y servicio. El hijo que en esto fallara una y otra vez, no sera bien logrado.
No te burles, hijo mio, de los viejos ni de los minusvalidos ni el que deslizo en alguna culpa o error; no lo afrentes ni quieras mal, sino humíllate y teme, no te suceda lo mismo si otro se ofende por ti. No vayas donde no seas llamado ni te entrometas en lo que no te toca, porque te tendrían por intruso. En tus acciones y palabras procura siempre mostar tu buena crianza. Al hablar no impongas a otros ni hables demasiado, no cortes ni perturbes las razones que otros dijeren. Si alguno habla desconcertadamente y no te toca a ti corregirlo, calla; si esta a tu cargo el advertirle, considera antes lo que le vas a decir y no le hables con muestras de presunción, porque así apreciara lo que le dijeres.
No te detengas mas de lo necesario en el baño y en el mercado porque son lugares muy ocasionados a algún exceso, No andes siempre demasiado pulido porque los descuidados te tendrán por disoluto. Al andar no hagas gestos ni lleves a otro trabado del brazo.
Guarda recato en los ojos y mira por donde vas, cuando alguno viniere por donde tu vas, no te pongas delante sino hazte a un lado para que pase. Cuando te encargaren algún empleo hazlo bien y no busques reconocimiento aunque lo hagas mejor que otros, así te buscaran por tu fuerza y seras estimado.
No pases delante de tus mayores sino por necesidad o a instancias suyas y cuando comieres con ellos no comas ni bebas antes que ellos y sirveles en cuanto convenga para granjearte su gracia. Cuando te den algo no lo desprecies por ser de poco valor ni muestres enojo.
No llegues a mujer ajena ni hagas algún exceso en esta
materia siguiendo los deseos de tu corazón porque te harás mucho daño.
Contente, hijo mío, por algún tiempo, que aun eres niño, espera a que acabe de
crecer la mujer que dios tiene te tiene destinada. Cuando llegue el tiempo de
casarte, no oses emprenderlo sin el beneplácito de tus padres, porque te ira
mal.
No robes jamás ni te des al juego porque incurrirás en
deshonra y afrentas a tus padres debiéndoles honrar por la educación que te han
dado. Susténtate del trabajo de tus manos, que así te será más gustoso el
alimento.
Yo, hijo mío, Yo te he mantenido hasta ahora con el sudor de
mi frente, nada te ha faltado y te he suministrado lo necesario sin quitárselo
a otros, hazlo así tú. No mientas porque la mentira es un gran pecado, Cuando
te convenga referir a alguno lo que otro te contó, no añadas cosa alguna, sino
di la pura verdad. De nadie murmures y no seas revoltoso ni siembres discordias
entre amigos.
Cuando fueres enviado con algún mensaje, si el que lo recibe
se indigna y dice mal del que lo envió, no vuelvas enojado con la respuesta ni
la des a entender; y si el que te envió te pregunta cómo te fue, dale razón con
sosiego y buenas palabras, callando el mal que oíste, porque no ocasiones
enemistades y otros daños de que después te arrepientas.
Cuando hablares con otros y oyeres lo que te dice, sea con
asiento y reposo, no haciendo movimientos extraños con el cuerpo ni jugando con
los pies ni mordiendo la ropa ni escupiendo ni mirando con inquietud a varias
partes ni levantándote con frecuencia si estuvieres sentado porque esas prácticas
indican liviandad y mala crianza.
No te vanaglories si te vuelves rico ni menosprecies a los
pobres. Recibe con agradecimiento lo que te dieren y no te vuelvas soberbio por
ello si fuere mucho.
Cuando estés comiendo no des muestras de enojo ni desdeñes
la comida, y si alguno se te acerca y te pide, comparte con él lo que comes. Si
comes con otro no lo veas a la cara sino ten bajo los ojos. No comas
arrebatadamente porque te ahogaras o te caerá mal la comida. Si vivirás en compañía
de otro, cuida mucha de lo que te encomendare y sírvele con diligencia para
conciliarte su amor.
Si tú fueres bueno, tu buen ejemplo servirá de reprensión y confusión
a los malos.
Ya no más hijo mío –concluía el padre- con lo que he dicho
cumplo con la obligación de padre; con estos avisos fortifico tu corazón; mira
no los deseches ni los olvides, porque de ellos depende tu vida y todo tu bien.”
Fuente: Historia antigua de México, Francisco Javier Clavijero (1731-1787), edición 1945.